El Papa entra en la campaña electoral de Brasil
De cara a las elecciones presidenciales del domingo, Benedicto XVI intenta influir a los candidatos en temas espinosos como el aborto o el matrimonio entre homosexuales
A tres días de las presidenciales brasileñas para elegir al sucesor del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, en una campaña fuertemente dominada por las polémicas de orden religioso, el Papa Benedicto XVI ha echado hoy fuego en la hoguera con un discurso en el Vaticano en el que exige a los obispos que orienten a los fieles "con un juicio moral en los temas políticos". Este mensaje podría influir en el voto del domingo.
El tema de la despenalización del aborto ha sido una de las espinas de ambos candidatos, acusados tanto por los católicos como por los evangélicos de estar a favor del aborto. Por miedo a perder los votos de los cristianos (60% de católicos y 30% de evangélicos), la candidata de Lula, Dilma Rousseff , tuvo que echar marcha atrás y con una carta a católicos y evangélicos prometió solemnemente que, si llega a la presidencia, no permitirá que se legisle en materia de aborto ni del matrimonio de los homosexuales. Rousseff había comenzado la campaña defendiendo la despenalización del aborto por motivos de salud pública.
El Papa se dirigió a los obispos de forma tajante: "Cuando los derechos fundamentales de las personas y de las almas lo exigen, los pastores tienen el grave deber de emitir un juicio moral". Y añadió: "Cuando proyectos políticos contemplan abierta o veladamente la despenalización del aborto o la eutanasia, los obispos no deben temer la impopularidad rechazando compromisos y ambigüedades".
Benedicto XVI les ha dicho a los obispos brasileños que "Dios tiene que tener un lugar en la vida política" y tras recordarles que "la religión católica es parte integrante de la historia de Brasil" les exhortó a luchar por el mantenimiento en las escuelas de la asignatura obligatoria de la religión y del mantenimiento de los símbolos religiosos.
En Brasil, los católicos siguen siendo la gran mayoría, pero pierden cada año un millón de votos para las iglesias evangélicas. El catolicismo se está restringiendo a la clase media mientras que los evangélicos ocupan las capas más pobres y menos escolarizadas del país. De ahí que los fieles católicos, a la hora de votar, sean menos influenciables por los obispos y párrocos que los evangélicos por sus pastores a quienes les es más fácil obedecer.
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